MI PRIMERA NOCHE
Hace un par de meses me mude a mi nuevo hogar. Con todo el cansancio físico y mental que dicha tarea conlleva, con la ayuda de mi familia pudimos terminar dicha labor en un día. Ya cansados de tan extenuante actividad nos disponíamos a descansar cuando a eso de las 9 de la noche una miniteca comenzó a tocar acordes de merengue, salsa, changa y todo tipo de música que normalmente animan nuestras fiestas. Por cierto, se me olvidaba contarles un pequeño detalle, me mude a un piso 1. A eso de las 11 de la noche, la música en lugar de disminuir comenzó a hacer vibrar las ventanas de mí recién inaugurado hogar.
LA INOCENCIA
Pacientemente y lleno de cansancio intenté conciliar el sueño, pero ante aquella estimulación sensorial, realmente fue imposible y me reconforté pensando que ya a las 12 de la noche aquella pachanga debía estar terminando. Que inocente mi pensamiento. La celebración no solo no terminó a las 12 sino que la música fue en aumento.
EL DERECHO A BONCHAR
Bajé a conversar con el vigilante a la 1:00am quien ni se inmutó ante mi queja. A la 1:30am volví a la caseta de vigilancia para preguntar por el teléfono de la presidenta de la junta de condominio, el vigilante me sugirió que no la llamara, y es que la señora estaba en la fiesta. Entonces decidí conversar con el representante legal de la fiesta y me dijo que no terminaría hasta las 3:00am porque hasta esa hora habían contratado la miniteca, y que así como yo tenía derecho a dormir ellos tenían derecho a bonchar. Además en un tono grandilocuente me informó que allí, en esa fiesta estaba TODA la comunidad (claro yo no estaba y en el salón no había más de 15 personas, supongo que ellos eran TODA la comunidad).
30 POLICIAS ES MUY POQUITO
A las 3:10am con mi paciencia hecha pedazos, decidí ir a buscar a la policía del Municipio, ya que parece que en Sucre la policía no entiende por llamadas telefónicas (hice 5 llamadas y en todas me prometieron que en 5 minutos estaban en el lugar). Apersonándome en el modulo y tal vez por pena de verme muerto de sueño y de indignación, un comisario me atendió personalmente y casi como quien unge un aceite sagrado, aleluya envió a 30 policías motorizados al lugar (acción un poco exagerada que nunca entendí, pero a estas alturas ya estaba montado en el paquete).
EL DEBER DE MUDARME Y RESPETAR LOS DERECHOS AJENOS
Llegamos a la rumba, que aun no había acabado (tal vez el disjockey ya no era un empleado sino parte del sarao). Ya con eL contingente policial en la puerta, no solo salió el representante legal de la celebración, sino 4 CIUDADANOS que aun quedaban (que en ese momento seguían siendo TODA la comunidad). Se indignaron ante mi osadía (con las medias lenguas que produce el licor), me indicaron muy cordialmente que como vivía en el piso 1 me tenía que CALAR todo lo que en el sagrado salón de fiesta ocurriera, y por último, su dictamen fue, que si no me gustaba me podía mudar para otro lugar (por cierto, creo que quien me dijo eso era una de las representantes de la junta de condominio). Que yo era nuevo y no conocía las leyes del edificio (yo hasta este punto de mi vida pensaba que las leyes eran iguales para todos los ciudadanos, sin distingo de edificios ni de piso) Otra vez mi inocencia.
EL MUNDO BIZARRO DE SUPERMAN
Pero lo más interesante de todo fue la conducta del representante de la ley. Habló de forma cortés, fue muy amable en hacer el reclamo y en exigir que se respetara la norma, hasta ese momento me sentía en un país desarrollado, me sentí hasta con derechos y orgulloso de quien me representaba en ese momento. Todo marchaba muy bien, hasta la frase final del representante de la ley al representante legal de la fiesta, como un juez que expresa una gran decisión. YA SABE AMIGO, PARA QUE NO TENGA PROBLEMAS, PARA LA PROXIMA LO INVITAN A EL. Todos rieron y quedó en evidencia que definitivamente el que estaba violentándolos ERA YO. El policía se fue y aunque la música bajó considerablemente de tono, esa noche mi familia y seguro muchas otras (las que no opinan) no dormimos. Nos la tuvimos que CALAR. Y entre las 5 y las 6 de la mañana soñé que en lugar de acostarnos a dormir, sin poder hacerlo, todo el mundo, el resto, la verdadera comunidad, bajaba hasta el salón de fiesta y muy cortésmente (pero la de verdad) exigíamos que se terminara la fiesta.
MIS CONCLUSIONES ERRONEAS
Este es un típico ejemplo de lo que vivimos cada día, o mejor dicho, de lo que SOMOS los venezolanos. 1.- Si no soy parte del grupito de los elegidos, no estoy en nada, aunque el grupo este trasgrediendo los derechos de otro(s) que seguramente son más que el grupito. 2.- Si soy representante de la comunidad, tengo derecho de ir en contra de la misma, y si no ¿para qué me eligen a mi? 3.- Como somos el grupito podemos sugerir cortésmente quien se va, quien se queda, y en general sobre todos los derechos de la comunidad. 4.- Y la frase del policía fue lo máximo, el premio nobel en mensajes… Señores, para que no los jodan… y nos fastidien a nosotros… métanlo en el grupito. Esto según lo que me enseño mi profesora de FORMACION SOCIAL, MORAL Y CIVICA se llama IMPUNIDAD y COMPLICIDAD. Por lo que a mí me toca, no quiero ser cómplice.
MIS DECISIONES INOCENTES
Estoy esperando que me inviten a la próxima fiesta de mis vecinos, los del grupito, seguramente asistiré, pero a las 12 de la noche me iré a mi casa, la que queda en el piso 1, con la esperanza de que comprendan que, aunque puedo ser parte de la comunidad sigo pensando que el derecho de todos es más importante que mis deseos como persona. ¿O no, señores asambleístas?
