29 de diciembre de 2007

TRAICIÓN A LA PATRIA

Recuerdo cuando estaba en la Universidad, escasas dos décadas atrás. Los estudiantes de otrora también salíamos a la calle a protestar, en algunas oportunidades por el alza del pasaje, por el derecho a cupo, por la autonomía, por la inflación… y cuando salíamos éramos tildados de comunistas, revolucionarios, y algunos soñábamos con un mundo justo, libre, equitativo, pacifico, con igualdad de oportunidades… Tú sabes, esas utopías de los muchachos. Estábamos en contra de la burguesía, de la corrupción de “todos” los gobiernos, unos más corruptos que otros, en fin, éramos “contestatarios”.

Sólo veinte años han pasado, un poco más tal vez, y las preguntas no han cambiado, las quejas siguen siendo las mismas. Pero, ¿qué pasó en estos últimos años que los estudiantes dejaron de ser contestatarios o revolucionarios, soñadores y utópicos para convertirse en cachorros del imperio, traidores a la patria, golpistas o fascistas?

Las preguntas no cambiaron, lo que cambió fue quien las responde… Y en este momento ya no sólo los estudiantes, quienes históricamente dieron la respuesta contundente ante los abusos, la discriminación y todos los males que una y otra vez nos aquejan, ahora también una sociedad civil se prepara a tomar una decisión importante que impactará definitivamente en su estilo de vida, en su forma de ser, en su cultura… A los venezolanos nos llegó la hora de decidir y tomar una postura que será determinante ante el país que queremos o el que no queremos. La propuesta está hecha, y ahora nos toca decidir. Ya no podemos seguir diciendo “No vale… Yo no creo…”

No se cuál será tu postura, la que sea la respeto, porque una de las maravillosas ventajas que aún tenemos y que defiendo es el poder convivir en la diferencia y el respeto a esa diferencia, y ese es un espacio que no pienso ceder desde mi metro cuadrado, desde lo que me toca hacer día a día, sea escribir este mensaje, sea conversarlo con el taxista que está preocupado porque cada día trabaja más y compra menos, con la muchacha que me sirve el desayuno, quien sueña con estudiar una carrera completa y trabaja para pagársela sin mendigar a nadie; con el portugués del abasto (que sigue diciendo “papash” en lugar de “papas”, pero que se siente tan venezolano como yo), con la señora que viene una vez a la semana y me ayuda en mi casa, que vive en Petare a quien le dejo la llave de mi casa con confianza, porque en Petare también vive gente honesta; con cada uno de mis clientes que me han tratado con respeto, porque no todo el que tiene plata se convierte en un patán; en fin, con los amigos que me siguen queriendo y con los que están bravos conmigo desde que en Venezuela opinar diferente se convirtió en un delito, y ser oposición en una vergüenza.

No se cual será tu postura, pero estoy seguro de que a las notas del “Gloria al bravo pueblo, que el yugo lanzó…” o cuando escuchas “Llevo tu luz y tu aroma en mi piel, y el cuatro en el corazón…” la cosquillita que sientes se debe parecer a la mía y eso nos hace, queramos o no, hermanos…

Pudieras decir que no vas a votar porque el acto no es legítimo, no es legal o no están claras las condiciones; No sé… ¿sabes?... tal vez sea verdad. No puedo argumentarte nada al respecto, porque ni soy político, ni abogado, sólo soy un ciudadano común, como tú. De lo que si te puedo hablar es de mi hacer; y pienso que mi voto sigue siendo legitimo, que soy legal, tengo una cédula de identidad de la República Bolivariana de Venezuela, que dice que soy venezolano, y si alguno tiene un número de cédula menor que el mío no significa que esté antes que yo o tenga más derechos, como yo ni estoy delante ni tengo más derechos que otro ciudadano. Saca tu cédula, obsérvala, tiene los mismos colores, el mismo escudo y hasta el mismo tamaño que la mía.

Dos décadas han pasado desde que nos transformamos/transformaron de contestatarios a traidores. Y ahora pienso en lo que pasará dentro de dos décadas más, cuando vea a mi sobrino en la universidad o ya graduado y que sea un ciudadano productivo y feliz, viviendo en un país con muchas oportunidades, lleno de prosperidad y abundancia, donde una violación a los Derechos Humanos produzca extrañeza; cuando se convierta en un contestatario y critique y se oponga y que diga que así no se hacen las cosas… que a viva voz nos digan en la cara que él y los de su edad tienen una mejor forma de hacer la cosas y llevar al país, como es natural. Recordaré esta noche en la que estoy escribiendo este mensaje, y la sonrisa en mi rostro sólo la comprenderemos los que estamos viviendo este momento, recordaré el valor que siento ahora, el valor del día cuando nos convertimos en unos “traidores a la patria” y nos atrevimos a decir NO.

Lenin Wilhelm
Un Ciudadano Común

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